En esta primera conferencia, Pere Ortega, presidente del Centro Delàs de Estudios por la Paz, aborda cómo se puede construir la paz positiva en las ciudades. Pere Ortega es especialista en noviolencia, gasto militar y desarme. Comienza señalando que se contraponen guerra y paz, pero no es verdad, la paz es lo contrario de las violencias. La paz no es una competencia exclusiva del Estado (se suele equiparar a las misiones de paz del Ejército). Pere Ortega subraya que en la ciudad hay violencias y los municipios tienen que construir las paces. En la actualidad, se están creando grandes megalópolis y esto va a generar muchos conflictos y muchas violencias.
Ahora mismo, el modelo imperante de ciudad, que se está extendiendo por todo el mundo, es la neoliberal, que nace con el abandono de la protección social y la privatización de toda la economía. En la ciudad neoliberal, los centros son muy seguros, tecnificados, con muchos servicios y barrios exclusivos. La periferia, en cambio, está formada por barrios sin centros, mal comunicados, mal urbanizados y con barreras arquitectónicas. Frente a este modelo de centro exclusivo y periferia desatendida en las ciudades liberales deberíamos exigir una ciudad integradora, que es la única manera de conseguir una ciudad en paz, afirma Pere Ortega. En la ciudad neoliberal hay muchos conflictos por varios factores: el espacio público está muy regulado, mercantilizado incluso; hay heterogeneidad cultural y social con segregación… Por eso dice Pere Ortega que la violencia urbana es consustancial a la ciudad. En las ciudades es donde más violencias se dan en nuestro mundo. Por eso es donde debe haber más políticas públicas para construir paz y saber transformar los conflictos, afirma.
Puntualiza Pere Ortega que no estamos hablando solo de violencias físicas o directas, sino que en la ciudad también hay violencia estructural y cultural que producen las violencias directas. Las violencias urbanas culturales hacen referencia a los valores y creencias que se transmiten culturalmente y sirven para justificar y legitimar la violencia. Por ejemplo, Pere Ortega cita las creencias que justifican la desigualdad y la pobreza, las ideologías que justifican la discriminación por razón de sexo o raza, las creencias que niegan el cuidado de la naturaleza o las creencias que consideran que la corrupción es inteligencia. Las estructurales tienen que ver con la desigualdad a la hora de satisfacer necesidades básicas, con la marginación y con el desarraigo. Violencia estructural en nuestras ciudades son: el hambre, la falta de acceso a servicios sociales básicos (como educación y sanidad), el desempleo, la diferencia de esperanza de vida por barrios, la falta de regulación del territorio que provoca especulación, la expulsión de la población a la periferia por falta de regulación del turismo. Por último, las violencias directas son las agresiones físicas o psicológicas, como el robo, las agresiones homófobas, machistas, xenófobas o racistas, las agresiones en escuelas o en eventos deportivos, la violencia ejercida por pandillas juveniles o los levantamientos en barrios. Pere Ortega nos recuerda que hemos de eliminar todas las violencias, no solo las directas y que la falta de condiciones de vida digna es violencia y genera o puede generar violencia directa. El conflicto es innato a los seres humanos. El problema surge cuando se pretende resolver el conflicto por medios violentos. Hemos de buscar transformarlo por métodos no violentos. Somos agresivos, pero no violentos, subraya Pere Ortega, que diferencia la paz positiva y la paz negativa. La paz negativa es aquella que no ha eliminado las tres violencias, sino que solo pretende eliminar la violencia directa. La paz positiva trata de eliminar las tres. Las políticas públicas deberían ir destinadas a eliminar las tres violencias, reivindica Pere Ortega.
¿Qué políticas deberían llevar nuestros ayuntamientos para gestionar los conflictos de manera no violenta? Se debería reivindicar el derecho a la ciudad y construir la paz sin desigualdad. Y para ello se necesitan políticas integrales y transversales. Pere Ortega reivindica la necesidad de apostar por políticas de cuidado y no solo perseguir el delito para construir la paz en la ciudad. Otras medidas para construir la paz en las ciudades pasan por establecer espacios verdes en las periferias, visibilizar a las víctimas de violencias, apostar por una policía de barrio, evitar la securitización, evitar los barrios exclusivos, diversificar los centros urbanos… Pere Ortega considera que tiene que haber en cada barrio sus centros para fomentar el encuentro y la convivencia, así se podría evitar la gentrificación del centro urbano. Hace especial hincapié Pere Ortega en la idea de que construir la paz en la ciudad supone sustituir seguridad (nos venden miedo para que queramos seguridad, que etimológicamente significa sin cuidado) por cuidados. Además, para construir la paz, es indispensable fomentar la participación ciudadana. Se ha de promover el espacio público como lugar de encuentro para la cohesión social. Si no hay encuentro no hay solución a los conflictos, señala Pere Ortega. En el turno de preguntas, Pere Ortega quiso dejar claro que hemos de ser conscientes de que somos nosotros, nosotras, los ciudadanos y ciudadanas, los que podemos cambiar las cosas. No nos van a dar nada desde arriba sino reivindicamos, concluye Pere Ortega.